El desarrollo psicomotriz del bebé en sus primeros dos años de vida marca su postura, coordinación y movilidad para siempre. Nacemos solo con el 25% de nuestra función cerebral, y eso nos confiere una gran capacidad para adaptarnos al medio en el que vivimos, pero también nos hace tremendamente dependientes y muy vulnerables durante las primeras etapas.
En los dos primeros años de vida del bebé es cuando más se desarrolla nuestro cerebro y donde el 90% de este desarrollo se basa en el movimiento, en pasar de una columna que no se sostiene ni aguanta el propio peso a ponernos de pie, andar y correr. Y todo este proceso está muy bien organizado y calculado por el cerebro.
Nacemos sin movimientos voluntarios (lo que le hace a los bebés cerrar el puño cuando le tocamos la palma de la mano son los reflejos primitivos con los que nacemos) y conforme vamos creciendo estos reflejos deben ir desapareciendo para dar lugar a los movimientos voluntarios: girar la cabeza hacia mamá, levantar la vista cuando oímos a alguien conocido, etc. Pero para que nuestros bebés inhiban esos reflejos y desarrollen su espalda hasta ponerse rectos deben seguir un orden, como subir unas escaleras escalón a escalón.
Desde Quirosum insistimos siempre en la importancia del movimiento en el desarrollo, que los bebés estén en un ambiente seguro que les permita moverse. Por eso vamos a explicar a continuación cuáles son las necesidades de cada etapa y qué podemos hacer en casa.
Apego: etapa de 0 a 2 meses
En esta primera etapa las necesidades del bebé son muy básicas: dormir, comer, digerir y hacer caca. Parece fácil, pero para realizar estas tareas el Sistema Nervioso (SN) debe estar en equilibrio. Los bebés no son nerviosos, pero sí pueden tener un sistema nervioso un poco más en alerta de la cuenta dando lugar a muchos síntomas: cólico del lactante, alteración de la succión, llanto inconsolable, estreñimiento, disquecia del lactante (incomodidad o incluso llanto antes de hacer caca), etc.
Es muy importante que reciba ajustes quiroprácticos para que su SN esté en reposo y no en alerta, para devolverle su equilibrio y que estos síntomas disminuyan o desaparezcan. Un bebé debe estar tranquilo, mamar sin dolor, hacer caca sin esfuerzo y, sobre todo, su cuerpo debe estar relajado. Puede parecer una utopía, más en estos meses tan complicados que estamos viviendo, pero es verdad. Lo normal es que los bebés estén bien y si no lo están, hay que analizar qué pasa.
De vital importancia en estos dos primeros meses es el contacto materno. Los bebés no solo crecen por la cantidad de leche que ingieren, sino también por el contacto emocional con la madre. Es una etapa donde madre y bebé se conocen y se van adaptando a la nueva vida. La madre debe poder dedicarse a entender las necesidades de su bebé, sin estar tan pendiente de la casa o de hacer la comida. Cuidar a la madre es cuidar al bebé también.
Este contacto es el comienzo de una relación madre y bebé segura y de confianza. El tacto y el olfato son los sentidos que tiene más desarrollados en estos momentos, así que sentir y oler a su madre es una necesidad fisiológica y la única manera de sentirse seguro. Aquellas madres que desean dar el pecho y tienen problemas, os animamos a que consultéis a profesionales que os puedan ayudar. Hay pediatras, matronas y asesoras de lactancia muy preparados que os harán las vida más fácil.
Una característica de esta época es la forma de la columna. Cuando nacemos está en forma de C, no sostenemos nuestro peso, por lo que la mejor postura es en brazos, tumbado boca arriba y porteo ergonómico para esta edad.
La cabeza la empezamos a controlar a partir de las dos semanas o un mes. Controlar significa moverla voluntariamente, no ponerla tiesa o echarla hacia atrás con fuerza. Estos son movimientos reflejos que nos indican que tenemos tensión en las cervicales que debemos tratar para la correcta formación de nuestra columna.
Otros síntomas que nos indican que el bebé necesita un ajuste de columna es que prefiera un pecho a otro, que mantenga la cabeza girada más hacia un lado que hacia el otro, que ‘le gusten las luces’ (cabeza en extensión), que ponga el cuello recto antes de las dos semanas o que parezca que tiene mucha fuerza en las cervicales. Todo esto puede indicar una musculatura más tensa de lo que debiera. Que un bebé parezca que está fuerte solo indica que su tono muscular está más activado.
Boca arriba: etapa de 2 a 4 meses
Entre los 2 y 4 meses nuestro bebé ya interactúa, sonríe cuando le hablamos y empezamos a entendernos. Ya sostiene bien la cabeza cuando lo tenemos en brazos, empezando a formarse la curvatura del cuello, la lordosis cervical.
Aquí empieza la importancia de crear un ambiente óptimo para el desarrollo del movimiento. Aún pasa más horas en brazos y/o dormido, pero debemos ponerlo en periodos cortos en el suelo boca arriba. El tiempo va según la tolerancia del bebé, debe estar tranquilo y contento, si llora lo cogemos y así todas las veces al día que podamos.
¿Dónde lo ponemos? En el suelo. No nos cansaremos de decirlo, el suelo es el lugar más seguro, desde el que no se cae. No hay que hacerlo ni en la cama ni en el sofá, primero porque en altura es peligroso (de ahí si se puede caer) y segundo porque la superficie ha de ser dura, en superficies blandas no puede desarrollarse igual.
Empieza a ponerse de lado, desde boca arriba hasta darse la vuelta. Esto se produce estando en el suelo, el uso de hamacas o carrito es un tiempo en el que el bebé no recibe estímulo, ya que no puede moverse libremente. Cuanto más tiempo pase en el suelo y menos en dispositivos más se va desarrollando las capacidades de movimiento.
Esto no significa que sea ‘malo’ ponerlo en la hamaca o en el carrito, sino que tenemos que saber que mientras esté ahí disminuye en gran medida su estimulación. Lo que sí es importante es que tanto en la hamaca como en el carrito la espalda del bebé siempre esté tumbada paralela al suelo, no debemos reclinar ni levantar el apoyo, ya que esto hace que su columna soporte mucho más peso del que puede y cambia su referencia de apoyo.
También nos gusta recordaros que la espalda no se desarrolla solo en extensión (hacia atrás), sino en todos los rangos de movimientos, y una espalda fuerte es un abdomen fuerte, un tronco fuerte. Por eso esta etapa boca arriba con las piernas semi-flexionadas es el principio de una espalda resistente.
Boca abajo: etapa de 4 a 6 meses
El bebé debe ponerse boca abajo cuando tenga la fuerza para girarse y hacerlo por sí solo. Es decir, lo dejamos en el suelo boca arriba para que tenga que girarse y fortalezca todo el tronco. Cuando lo hace por sí mismo adquiere la fuerza para estar cómodo boca abajo y descubre una nueva perspectiva del mundo, observa mucho mejor el entorno y va jugando con la columna totalmente arqueada hacia atrás. Si os fijáis es la misma C con la que nace la columna pero al revés, permitiendo que se fortalezca la espalda entera.
Luego comienza a desplazarse dando vueltas (como un reloj) y estira las piernas, señal de que las rodillas aún no se flexionan para dar paso al gateo y tiene que seguir desarrollando habilidades para que este se produzca.
En las últimas décadas hemos pasado de poner al bebé boca abajo desde el nacimiento a las recomendaciones actuales que debe permanecer boca arriba. Esto ha provocado que muchos bebés no desarrollen esta fase correctamente y haya un retraso generalizado del desarrollo. No por la postura, sino porque lo hacemos en espacios donde no se permite el movimiento (cunas, maxi-coxis, hamacas, carritos atados, tronas, etc.). Siempre que esté vigilado por un adulto y la situación lo permita, el bebé debe estar en un espacio de al menos 2×2 metros para poder girarse y moverse. La fuerza y control de la columna comienza activando los rotadores (músculos de ambos lados de la columna) y luego los extensores.
Por eso creemos que parte de la falta de desarrollo de fuerza y movilidad de la columna se debe a la disminución del tiempo en un espacio que permita el libre movimiento, y no al cambio a la postura boca arriba actual.
Gateo-sentado: etapa de 7 a 10 meses
En esta etapa se producen varios hitos del desarrollo como reptar, gatear y empezar a experimentar la verticalidad, sentarse.
El reptar es el pre-gateo, cuando comienza a mover los brazos con las piernas y se genera el patrón cruzado. Es la primera vez que ambos lados de nuestro cerebro aprenden a coordinarse y eso dará lugar a muchas otras funciones de nuestro sistema nervioso que nos serán necesarias tanto para leer o escribir como para la coordinación en nuestra edad adulta.
Cuando hayan hecho muchas veces el giro completo (la croqueta) empiezan a flexionar las piernas dando lugar al gateo completo. Justo en esta etapa, después de haber trabajado la faja abdominal, pasan de la posición de cuatro patas a sentarse.
Una vez se sienta por sí mismo, ya podemos incorporar la sillita del carro para que vayan sentados, aunque siempre que sea posible los bebés deben seguir en el suelo para gatear durante los próximos meses. No debemos sentar a nuestro bebé hasta que se haya sentado por sí mismo/a.
Los que venís a Quirosum sabéis que el gateo es una parte fundamental del desarrollo de la columna, la postura y la coordinación de nuestra biomecánica. Si vuestro bebé no gatea o se desplaza sentado hay que ver qué fase se saltó y volver a fomentarla hasta que lo haga. Nunca un bebé pasa de tumbado a sentado o de pie sin pasar por el gateo de manera natural, su cerebro viene programado para pasar por todas las fases.
Apoyo: etapa de 10 a 16 meses
Al poco tiempo de empezar el gateo empieza a ponerse de pie agarrándose a cosas que se lo permitan a su alrededor. Esto no significa que el bebé esté preparado para andar ni que debamos cogerlo de la mano para alentarlo a hacerlo. Es importante que sea el bebé el que se agarre a un punto que siempre debe ser fijo (muebles, barandilla, pared…) y que este no se mueva (personas, correpasillos, carritos, etc.), porque desplaza el punto de gravedad fuera de su cuerpo y dificulta el desarrollo del equilibrio. Y aún no necesita zapatos.
Ponerse de pie nada tiene que ver con que esté empezando a andar, una cosa es la bipedestación (andar sobre los pies) y otra es la marcha, andar.
En esta etapa es cuando empezamos a probar la postura erguida y vamos corrigiéndola y reposicionándonos con el espacio por primera vez sobre nuestros pies. Esto se lleva a cabo durante meses, alternándolo con el gateo, que sigue siendo la manera de desplazarnos.
Primeros pasos: etapa de más de 16 meses
Un bebé que ha completado todas las fases anteriores comienza a andar por sí mismo y tiene una marcha estable, con las piernas y la espalda recta. Si alguno de estos signos no son correctos debemos analizarlo. Ahora que ya anda, podemos ponerle zapatos.
Hasta los 16 meses es totalmente normal no haber comenzado a andar, una minoría lo hace al año y la media está en 14 meses. Si estamos acostumbrados a verlo antes es porque hemos intervenido, creyendo que le ayudamos, pero haciendo totalmente lo contrario. Poniéndolos a andar aumentamos las alteraciones en la postura, disminuimos su equilibrio y por lo tanto un bebé que empieza a andar cuando no está preparado se cae mucho.
Si queremos que nuestro bebé tenga una columna y un sistema nervioso sano, lo único que tenemos que hacer es proporcionarle un espacio para andar y no intervenir en el proceso. No hay que enseñar a los niños a andar, la mayoría de las alteraciones que vemos a esta edad son creadas por nosotros mismos.
El primer año es cuando más crecemos, cuando más se desarrolla nuestro sistema nervioso y la base de la salud de nuestra estructura para el resto de la vida. No esperemos a que tengan problemas para cuidar de nuestros hijos, llévalo al quiropráctico y ayudémosle a crecer en salud.
Aunque hemos establecido franjas de edades, os recordamos que estas no son nada importantes. Una vez más hacemos hincapié en que no es importante cuándo hace cada cosa, sino que se respeten los ritmos del bebé y no se le ponga en ninguna postura o acción que no pueda hacer por sí mismo, como sentarlo antes de que se siente o ponerlo a andar. Esto sí que puede crear problemas que el bebé no tiene, dejémosle moverse a su ritmo, proporcionando un espacio seguro y abierto.